Prematuridad y alteraciones cognitivas

Un/a niño/a prematuro es aquel que nace pretermino, con una edad gestacional de menos de 37 semanas. En la actualidad se calcula que, en España el 7-8% de todos los recién nacidos son de forma prematura.  A pesar de los avances en perinatología i neonatología la prematuridad sigue siendo una importante causa de mortalidad durante el embarazo y de patología neonatal asociada.

En los recién nacidos, tanto a término como a pretermito, se necesita un período de maduración postnatal dónde se adquieran las funciones cognitivas en su plenitud. Esta etapa de maduración es larga, por lo que cualquier lesión en este proceso puede afectar y agravar el pronóstico a largo plazo. Es por ello que la prematuridad es un factor de riesgo de trastorno del neurodesarrollo.

Actualmente, no se disponen de medios que permitan establecer definitivamente un pronóstico de la evolución cognitiva en niños con prematuridad. Por ello, la valoración clínica continua de especialistas en neurología y neuropsicología infantil, es la mejor herramienta para la posible detección temprana de  cualquier trastorno del desarrollo que se pueda producir con la finalidad de poder iniciar un tratamiento precoz que pueda adaptarse a las necesidades de la niña o del niño ofreciéndole la estimulación que necesita, así como dar soporte psico-social y asesoramiento familiar.

Funcionamiento intelectual:

No existe un único factor que pueda explicar la causa de estas dificultades cognitivas, sino que estas se deben a una combinación de diferentes variables. Los estudios muestran que los niños prematuros o con muy bajo peso tienen mayor probabilidad de desarrollar un funcionamiento intelectual inferior a sus iguales nacidos a término. Se estima que entre un 15-40% presentan cocientes intelectuales límites.

Procesamiento visual:

También se ha relacionado la prematuridad como factor de riesgo a desarrollar alteraciones en el procesamiento visual. En este sentido, se estima que el 20% de los niños prematuros presentarán algún tipo de problema en la integración visual. En este caso, este tipo de alteraciones podrían presentar una gran repercusión en el rendimiento académico como dificultades en las matemáticas y en la lecto-escriptura.

Lenguaje:

Otra de las alteraciones frecuentes que se describen en la literatura se relaciona con retrasos en el lenguaje expresivo, así como menores rendimientos en tareas de habilidades lingüísticas complejas relacionadas con la sintaxis, la abstracción verbal o la discriminación auditiva, entre otras.

Funciones ejecutivas:

Las funciones ejecutivas, facilitadoras y reguladoras de la actividad cognitiva y emocional, también se pueden ver afectadas produciendo un gran impacto en el rendimiento escolar y en las relaciones sociales.

Los déficits del neurodesarrollo persisten más allá de la etapa preescolar y conforme el entorno del niño se vuelva más exigente estas dificultades pueden agravarse.

Es por este motivo que es muy importante un seguimiento exhaustivo desde las primeras etapas de su vida y desde todos los contextos dónde la/el niño/a interactúe (servicios de salud, escuela, domicilio, etc.) para poder detectar cualquier indicador de un posible rendimiento cognitivo inferior a lo esperable o cualquier conducta disruptiva que se pueda estar produciendo. Así pues, ante la detección de estas dificultades es pertinente realizar una valoración por especialistas en neuropsicología con el objetivo de conocer y concretar las dificultades que presenta el niño e iniciar lo antes posible un abordaje precoz y un seguimiento específico teniendo en cuenta las características y contextos del niño.

Anna Rodríguez Balagué
Psicóloga General Sanitaria
Master en Neuropsicología.
Nº Col. 25250